Decrecimiento o la Teoría del Decrecimiento
Qué es y qué propone
El decrecimiento es una corriente de pensamiento que defiende la reducción de la producción material y del consumo para asegurar la supervivencia del planeta. Parte de la base de que no es posible un crecimiento económico continuo en un planeta con capacidades limitadas, ya que, una vez superados esos límites, los seres humanos forzamos nuestra propia extinción. Por tanto, el decrecimiento es ante todo una crítica al sistema capitalista actual basado en el crecimiento económico continuo, sea sostenible o no, pero también una estrategia para afrontar el problema de la crisis climática.
Esta teoría aboga por reducir nuestra huella ecológica desligando el bienestar social del crecimiento económico, de manera que se logre “vivir mejor con menos”. Para ello, apuesta por una producción a escala reducida, con productos duraderos, reciclables y reutilizables, y por reformular el trabajo, el concepto de beneficio económico y el estilo de vida de la población.
“Decrecimiento o barbarie”
Aunque autores como el anarquista estadounidense Henry Thoreau ya criticaban el crecimiento económico y defendían un estilo de vida más sencillo, el término “decrecimiento” lo acuñó el intelectual francés André Gorz en 1972. Precursor de la ecología política, lo hizo al preguntarse si era posible conjugar el capitalismo con el equilibrio del planeta. Ese mismo año se publicó el informe Los límites del crecimiento, de la biofísica Donella Meadows y otros científicos para el Club de Roma, una organización dedicada a afrontar los problemas mundiales desde una perspectiva holística. Este concluía que si el incremento de la población mundial, la industrialización, la contaminación, la producción de alimentos y la explotación de recursos no variaba, la Tierra alcanzaría sus límites de crecimiento en los próximos cien años.
Esta tesis alentó las teorías decrecentistas, especialmente entre autores francófonos. Uno ideólogo es el economista Serge Latouche, que definió sus criterios básicos a través de un “ciclo de comportamientos virtuosos” necesarios para transformar el mundo: reevaluar, reconceptualizar y reestructurar el sistema económico y social, redistribuir la riqueza, relocalizar la producción, reducir el consumo, reutilizar y reciclar productos. Para Latouche, el decrecimiento es la única solución frente al cambio climático, algo que resume con la frase “decrecimiento o barbarie”.
Otro postulado decrecentista es su crítica al concepto de desarrollo sostenible, que busca un equilibrio entre el crecimiento económico y la preservación del medioambiente para asegurar el bienestar futuro. Entiende que este término es un oxímoron, ya que si el desarrollo es ilimitado por definición, no casa con la protección medioambiental y por tanto perpetúa la lógica capitalista de expansión y acumulación.
Una estrategia controvertida
La teoría del decrecimiento tampoco está libre de críticas. Se la acusa de ser carente de ideas constructivas que propongan una alternativa viable al sistema capitalista. También de ignorar la innovación tecnológica, necesaria para conseguir una producción más eficiente o energías más limpias, y que requiere de una inversión que parte del crecimiento económico. De este modo, el decrecimiento se ve como un combate al progreso, que frena la mejora de la calidad de vida. Este planteamiento afecta en especial a los países del Sur global, que reclaman su derecho a desarrollar sus economías, así como a las clases más desfavorecidas.
Los defensores del decrecimiento responden que este no implica un descenso constante o el regreso a sociedades menos modernas, sino una transición progresiva a otro modelo que priorice vivir con menos. Esto pasa por desvincular el beneficio económico ligado al crecimiento del bienestar social, apostando por una sociedad más cooperativa y menos individualista. Algunas ideas que proponen para lograrlo son las ecocomunidades, bancos de tiempo, mercados de trueque, asociaciones de cuidados o la implementación de economías circulares, una renta mínima universal y la sustitución del trabajo asalariado por el voluntario.
Con todo, las propuestas del decrecimiento son más teóricas que prácticas, pues impera la estrategia del desarrollo sostenible a través de planes internacionales como la Agenda 2030 de Naciones Unidas. Sin embargo, instituciones como la Unión Europea han adoptado ideas del decrecimiento. La Comisión Europea, por ejemplo, lanzó en 2020 su Plan para la Economía Circular con el objetivo de implementar un modelo de producción sostenible de aquí a 2050.
Fuentes:
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